lunes, 21 de marzo de 2011

RETROSPECTIVA CINEMATECA


Sala Cinemateca 
Maestros: Pier Paolo Pasolini

El pasado dos de noviembre se cumplieron treinta y cinco años del asesinato en Ostia, en circunstancias que aún despiertan sospechas, del poeta, novelista, cineasta y ensayista Pier Paolo Pasolini.

Pasolini fue una de las figuras más importantes de lo que dio en llamarse la Terza Generazione (la“tercera generación”) del cine italiano, heredera de la “primera generación” de realizadores neorrealistas y de la “segunda” que comenzó a actuar al filo de la década del cincuenta. Fue también una figura polémica, encarnación del desencanto de una intelectualidad de izquierda que tras la derrota del fascismo creyó que iba a cambiar el mundo y un autor personalísimo que expresó al mismo tiempo una visión del mundo impregnada de sus convicciones marxistas, una religiosidad angustiada heredada de su formación católica, y una sexualidad conflictiva que quizás nunca logró resolver del todo. 

Todo eso es Pasolini, nacido en Bolonia el 3 de  marzo de 1922. Licenciado en 1948, inició su carrera literaria en las páginas del diario Il Quotidiano. Autor de cuentos y novelas (Ragazzi di vita, Una vita violenta) obtuvo diversos premios y se acercó al cine como guionista, colaborando con directores como Fellini, Franco Rossi, Mario Soldati y Mauro Bolognini y otros. En 1961 debutó como director con Accatone, un film ambientado en el medio lumpenproletario que reflejara a menudo en sus libros, donde sobre una descripción realista de personajes y ambientes se superponían inquietudes simbólicas y vagamente místicas que se repetirán en su siguiente Mamma Roma (1962). 

La verdadera sorpresa la constituyó, sin embargo, El Evangelio según San Mateo (1964), una ilustración a la vez respetuosa y personal del texto bíblico emprendida por alguien que se definía a sí mismo como marxista, aunque el dato conoció variantes significativas en los años siguientes. Cuando los protagonistas de Pajarracos y pajaritos (1965) decidieron torcer el cuello del insoportable cuervo parlanchín que recitaba consignas (en una película que incluía además imágenes documentales del entierro del líder comunista italiano Palmiro Togliatti), el gesto marcó de alguna manera la distancia del cineasta con respecto a los sectores más ortodoxos de la izquierda, y una de las muestras extremas de un desencanto generacional que estaba dejando atrás la “ideología de la Resistencia” y enfrentaba con desánimo la novedad del  neocapitalismo.  

Factores colectivos e individuales (entre ellos su propia y conflictiva identidad sexual) empujarían a Pasolini en varias direcciones, a veces contradictorias: si El Evangelio según San Mateo reflejó el clima de diálogo cristiano-marxista ejercido al amparo del papado “aperturista” de Juan XXIII, las búsquedas siguientes de Pasolini se orientaron hacia una búsqueda de lo sagrado en sociedades primitivas (Edipo rey, Medea), a una identificación entre sexualidad y revelación religiosa (Teorema), a visiones muy críticas y desesperadas de la sociedad contemporánea (El chiquero), a una exaltación de los sentidos y la inocencia de los cuerpos  (la “trilogía de la vida” integrada por El Decamerón, Los cuentos de Canterbury y Las mil y una noches) de la que renegaría más tarde para desembocar en el negrurismo sin atenuantes de Saló, o los 120 días de Sodoma. Poco después, su asesinato a manos de un marginal pudo parecer, simbólicamente, una búsqueda del suicidio, aunque hay sospechas fundadas de conspiración y asesinato político. El presente ciclo reúne una selección importante de la obra de un autor fundamental.   


 

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